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travesiaunam_Peligrosas, únicamente dos arañas caseras

En México hay más de 30 especies de arañas violinistas y tres Latrodectus, una llamada viuda negra

Las arañas patonas son como los perros. Todo mundo tiene una”. Parece broma de César Gabriel Durán-Barrón, de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, pero es la especie de araña sinantrópica más común en las casas mexicanas.

En rincones y techos de la mayoría de las viviendas de México se encuentra la araña de patas largas, de la familia Pholcidae y género Physocyclus. La especie asociada a viviendas de Ciudad de México (CdMx) es la Physocyclus dugesi.

La patona es una araña que no hace mal a nadie. En cambio, sus telarañas atrapan a las estresantes moscas y a los molestos mosquitos, como los zancudos. Son su alimento.

Se denominan sinantrópicas, explicó Durán-Barrón, a aquellas arañas que viven dentro o fuera de las casas. Unas deambulan para cazar. Otras necesitan tejer telarañas para atrapar a sus presas. Muy frecuente en los jardines, la Dysdera crocata come cochinillas.

Las más peligrosas

La mayoría de arañas sinantrópicas no son de cuidado. En México, las más peligrosas son las de los géneros Latrodectus y Loxosceles, famosa una de aquéllas como viuda negra (L. mactans tiene una mancha roja en forma de reloj de arena en el abdomen) y la otra como violinista (en el caparazón tiene una mancha oscura semejante a un violín).

No son las únicas en la Tierra, apuntó el investigador. Australia tiene la Atrax robustus, conocida como araña embudo australiana, y Sudamérica, la bananera (Phoneutria nigriventer), una de las más venenosas del mundo.

En México, más que los jóvenes y adultos, los más susceptibles de sufrir daño más severo por el veneno de viuda negra o de violinista, son los niños y los ancianos; se tendrá un efecto mayor si uno padece una enfermedad o “defensas bajas”.

En México viven tres especies de viuda negra. Una de ellas, Latrodectus hesperus (ya descrita antes) se colectó por primera vez en Sonora y unas partes de Chihuahua. De violinista, el país alberga más de 30 especies. Una por estado. Algunas endémicas como la Loxosceles colima y Loxosceles tehuana, única de Puebla y Oaxaca.

Venenos letales

Temidas por su letal veneno, ambas son causa de un problema de salud pública. Por eso, son de interés médico. Sin embargo, no hay estadísticas de la mortalidad que causan en el país. El de la viuda negra (15 veces más potente que el de la cascabel) es neurotóxico. Si el envenenamiento es severo, afecta a los sistemas respiratorio y cardiaco: “Te dan bradicardias, taquicardias, hay sudoración excesiva y se te traba la lengua”. Además adormecimiento y enrojecimiento en la zona mordida, así como dolor en las corvas.

El de la violinista, indicó, es necrótico. A nivel cutáneo, necrosa la piel. Posteriormente, el veneno puede invadir hígado, riñones…. “Licúa el órgano afectado y difícilmente sobrevives”.

Los médicos suelen confundir el comienzo de la sintomatología con una gripa. Quizá por eso en el sector salud no hay registros “fehacientes de gente mordida por arañas”.

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Viuda Negra

Hace 13 años, en una primera pesquisa en 10 alcaldías (entonces delegaciones políticas) de CdMx y seis municipios del Estado de México, Durán-Barrón y colaboradores colectaron 63 especies que viven o están asociadas a viviendas urbanas.

Entre ellas, viudas negras (Latrodectus mactans), arañas de saco amarillo, de rendija, de piso, de jardín, cangrejo, casera europea, rinconera, escupidora, lobo, así como Zocrates guerrerensis.

De mil 196 colectadas en la Zona Metropolitana, únicamente una era violinista y siete viudas negras. La más abundante fue la patona (Physocyclus globosus), con 590. Otra con mucha presencia fue la Steatoda grossa o falsa viuda negra, llamada así por el parecido de la sintomatología de sus venenos pero menos severo.

En una segunda colecta de arañas sinantrópicas en viviendas de Ciudad de México, encontraron violinistas en el sur, y en el norte y centro, no. En cambio, en el norte hallaron viudas negras, pero no en el sur y el centro de la ciudad.

Entre roncha y susto

Supone el biólogo universitario que la violinista llega de polizonte en plantas y flores (al sur se encuentra el mercado de Cuemanco) o en alguna maleta de gente de Ciudad de México que tiene casa en Cuernavaca.

Aunque “varían mucho” las especies sinantrópicas de CdMx con las de urbes como La Paz, Guadalajara o Querétaro; en todas las viviendas del país son comunes las patonas.

En la capital de la nación abundan estos fólcidos. También otras sinantrópicas que no son de cuidado. Con la Dysdera crocata, más que el veneno, lo que duele es su mordida: sus quelíceros o colmillos son muy grandes. Con la Kukulcania hibernalis, muy frecuente también en viviendas, “no pasas del susto”.

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Araña Violinista

Hay varias especies de arañas saltarinas. “Tienen esa facultad de brincar”. Pertenecen a la familia Salticidae y al género Mexigonus. Algunas especies son M. minutus, M. anahuacanus y Mexigonus chilango (“ya más defeña no se puede ser”); si llegan a morder a alguien, causan ronchas.

En México, advirtió Durán-Barrón, más que los jóvenes y adultos, los más susceptibles de sufrir daño más severo por el veneno de viuda negra o de violinista, son los niños y los ancianos.

Aunque el grado de envenenamiento depende también de la cantidad de veneno inoculada, si la araña acaba de mudar, comer o aparearse. Ese cóctel tendrá un efecto mayor si uno padece una enfermedad o “defensas bajas”.

Se debe tratar de capturar a la araña, para saber qué especie es y qué suero aplicar. Ya hay unos que son polivalentes, “aguantadores” pues no requieren refrigeración. Aunque son caros y por tanto, difíciles de adquirir. Si no es una especie de importancia médica, se tratan con un antihistamínico y un antinflamatorio “y sales del problema”.

Cuando uno ve una en casa, si no son de peligro y no se tiene pánico, hay que sacarlas sin hacerles daño. Si fuera una violinista o viuda negra, colectarla en un frasco y llevarla con algún investigador que trabaje con arañas.

Según el más reciente conteo del catálogo digital de arañas, en el mundo hay 120 familias y sólo una no tiene glándulas de veneno asociadas a los quelíceros: la Uloboridae.

Son cuatro mil 143 géneros y más de 48 mil especies. México tiene menos del 10 por ciento. Aparte, el conocimiento de las arañas en el país “es pobre”. Hay gente investigando, pero no mucha. “Nos falta mucho por conocer”.

Por eso, una meta de César Gabriel Durán-Barrón, quien reportó dos nuevas especies de Anyphaena asociadas a casas en Ciudad de México, es colectar y analizar, con ayuda de tesistas, especies de arañas que viven en otros lugares, como panteones y bosques semiconservados como el de Chapultepec y Los Dinamos, así como determinar su distribución en la ciudad.

travesiaunam_La UNAM analiza estructura química de Covid-19 por medio de un sincrotrón

Equipo de última generación de la UNAM  y otros participantes; analizan estructura química de covid-19 utilizando un sincrotón, acelerador de partículas. Con el propósito de encontrar medicamentos potenciales para inhibir al virus.

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Esquema de un sincrotrón.

Para encontrar potenciales fármacos dirigidos a inhibir la acción del virus SARS-CoV-2, científicos mexicanos investigan cómo funciona, por medio de la utilización del sincrotrón, equipo de física de última generación.

“El sincrotrón es un acelerador de partículas, específicamente de electrones, el cual hace que se muevan a velocidades cercanas a la de la luz”

José Franco López, del Instituto de Astronomía.

Por medio de la construcción de un anillo extenso, alrededor del cual el conjunto de electrones puede circular y generar una luz más intensa que la proveniente del Sol.

“Puede analizarse a detalle la estructura de la materia, como la de los virus”

Batalla de la ciencia contra Covid-19

En el encuentro, tres expertos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional hablaron de los estudios que desarrollan para combatir al coronavirus con ayuda del sincrotrón.

Liliana Quintanar Vera, del Cinvestav Zacatenco, expuso que ocurre una interacción entre algunos metales y proteínas involucrados en enfermedades. En especial, el zinc interviene en la proteína angiotensina 2 (ACE2) humana, que da entrada a las células a la proteína Spike, del SARS-CoV-2.

Con ayuda del sincrotrón de Villigen, Suiza, Quintanar y su grupo pueden analizar las estructuras químicas para buscar un inhibidor del proceso.

“La hipótesis es que podemos usar los datos colectados en el sincrotrón de la proteína ACE2 y usarla como un reportero de la interacción con la proteína viral”.

Edgar Morales Ríos, también del Cinvestav Zacatenco, trabaja con la movilidad de ciertas proteínas dentro de microtúbulos en las células humanas (como si fueran carros del Metro).

“Los virus pueden secuestrar estas proteínas para moverse dentro de las células, y con el sincrotrón pretendemos saber cómo se puede inhibir ese proceso.”

Replicación de proteínas

Luis Brieba de Castro, del Cinvestav Irapuato, está concentrado en el ARN del virus, y con mecanismos que vigilan cómo se replican las proteínas dentro de las células.

“Si podemos tener algo que impida que haya una reparación y una replicación dentro de las células, tendríamos una forma de evitar que los contagios tengan efectos devastadores”

Los científicos laboran con muestras en el sincrotrón de Suiza, mientras, ya se desarrolla un plan para instalar uno en el estado de Hidalgo, en México.

Ver este vídeo: Hidalgo convoca a científicos mexicanos a presentar propuestas para combatir covid-19

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Los bioindicadores nos ayudan a saber el nivel de contaminación del agua.

En  la Unidad Sisal de la Facultad de Química (FQ) de la UNAM. un grupo de investigadores utiliza dos especies de peces y una de pulpo como especies centinela como  bioindicadores de contaminación y el efecto de factores abióticos como la temperatura y salinidad.

Guayacón yucateco

“Los biomarcadores son parámetros biológicos cuantificables que cambian como respuesta a la exposición a un compuesto xenobiótico (no propio del organismo) u otra perturbación ambiental o fisiológica y que pueden ser indicadores de una exposición o efecto a un compuesto tóxico”, explicó Gabriela Rodríguez Fuentes, investigadora de la Unidad Sisal de la Facultad de Química (FQ).

En una conferencia ofrecida en el Auditorio B de la FQ, la especialista en ecotoxicología de organismos acuáticos detalló que el interés de su línea de investigación es medir el efecto de estresores de tipo químico, como son todos los contaminantes, o la salinidad, en los organismos endémicos o que están asociados a la península de Yucatán.

Con los bioindicadores podremos saber si estamos en una zona contaminada o en una región donde habrá efectos en el ecosistema por cambios en la temperatura y salinidad por cuestiones del cambio climático, qué va a pasar con esos organismos. Necesitamos constatar qué les está pasando con evidencia científica. Por ello, estamos midiendo para tener un control en el tiempo y ver si esto está empeorando. Estos estudios los empezamos en 2015 y continúan”, señaló.

Guppy de velo

Tres modelos de estudio

Rodríguez y sus colaboradores trabajan con tres especies como bioindicadores: un pez que está en los cenotes, otro que está en la zona marina y un pulpo que vive en el mar. “Medimos diferentes parámetros porque los estresan distintas cosas”,comentó.

En los cenotes, trabajan con el pez Guayacón yucateco, al que utilizan como centinela de la calidad del agua a la que está expuesta el organismo. “Aunque los niveles de contaminación en los cenotes no son tan altos como en otras zonas sí tenemos un efecto medible, ya evidenciable”.

Al trabajar con la especie marina, el pez Guppy de velo, los expertos hacen muestreos en el laboratorio para ver qué tan sensible es a los contaminantes. “Trabajamos con plaguicidas y un biomarcador muy reactivo. Vimos que a concentraciones ambientales muy relevantes, estamos teniendo un efecto en el biomarcador de este pez, y que éste cambiará con la salinidad, la cual es muy importante en los sistemas de la zona costera porque fluctúa a lo largo del año”, detalló.

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El coronavirus exige extremar precauciones

En tanto, el pulpo es sensible a la temperatura. “Ante el escenario de cambio climático que vivimos, no se quiere que los pulpos comiencen a migrar. Tenemos que ver si los modelos para la Península de Yucatán donde se prevén algunos incrementos de temperatura afectará la población de pulpo”, señaló.En el laboratorio, Gabriela Rodríguez, en estrecha colaboración con Carlos Rosas, de la Facultad de Ciencias, evalúa el efecto de la temperatura en los pulpos. “Después lo llevaremos a nivel poblaciones y pesquerías, donde estará la repercusión a nivel ecosistema y económico”, comentó.

Pulpo maya. La Unidad Sisal de la FQ tiene 13 años laborando en ese puerto yucateco y actualmente está buscando un mayor intercambio con alumnos y profesores de la sede Ciudad Universitaria de la Facultad de Química