Megaofrenda virtual de la UNAM en 3D, donde participarán 44 entidades universitarias, incluyendo escuelas incorporadas; por primera vez, las ENES León y Morelia.
La UNAM, por medio de la Dirección General de Atención a la Comunidad (DGACO), la Facultad de Artes y Diseño (FAD) y la Coordinación de Difusión Cultural, montará la primera Megaofrenda virtual, que estará disponible del 1 al 8 de noviembre en el sitio www.megaofrenda.unam.mx.
En México se evoca a la muerte con fuego, fragancia y color, y cada año la Universidad Nacional aviva el rito. Sin embargo, en esta ocasión, debido a la emergencia sanitaria, la conmemoración del Festival Universitario de Día de Muertos y la Megaofrenda podrá disfrutarse mediante el uso de tecnologías digitales, por vez primera desde 1997.
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Realidad virtual
Gerardo García Luna Martínez, director de la FAD, explicó que se utilizará tecnología en 3D, desarrollada de manera inmersiva (que emplea la realidad virtual) en un ambiente hecho en Maya, un software de modelado y animación con el que se recrearon detalles como pan, cempasúchil e incienso.
Además, cuenta con el avatar de un puma enfundado en una chamarra universitaria, que lo hacen propio de un videojuego. Se accederá por un dominio web y se podrá transitar por ofrendas y otros recintos.
“Enfrentar una realidad que nos invita a reinventarnos y a construir comunidad más allá de lo corpóreo, era la gran apuesta. El deambular por un espacio que nos recrea la circunstancia tridimensional, sumado a recursos audiovisuales, es un sustituto muy digno, no puede reemplazar nuestra realidad, pero finalmente los grandes invitados son intangibles, y son nuestros difuntos”, subrayó.
Mireya Ímaz, titular de DGACO, precisó que intervendrán 44 entidades universitarias, incluidos colegios incorporados, y por primera ocasión las escuelas nacionales de Estudios Superiores (ENES) León y Morelia. Habrá conferencias, música, danza, concursos de Catrinas, Calaveras y un homenaje al personal del sector salud.
Para mayor información sobre los certámenes y el itinerario, ingresar a: www.tucomunidad.unam.mx, o www.facebook.com/ComunidadUNAMOficial.
Cabe recordar que antes de la pandemia, la explanada de la Facultad de Medicina, el Museo de las Ciencias Universum, Las Islas, el Espacio Escultórico, el Estadio Olímpico Universitario y Santo Domingo (Antiguo Barrio Universitario) fueron las sedes del Festival Universitario de Día de Muertos y la Megaofrenda.
Declarado en 2008 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, el Día de Muertos se alimenta de vida, de presencias físicas, evocaciones, lamentos de soliloquios frente a un sepulcro o una urna.
El presente año nos refrenda que “amamos a un ser mortal como si fuera inmortal”, como dijo el escritor Octavio Paz, pero más aun sin poderlo despedir.
Miedo al olvido
“El miedo al olvido también es una emoción que guía a aquellos mexicanos que no pueden despedir a sus fallecidos por la Covid- 19. A esto se suma la desesperación de la ausencia del cuerpo para los rituales religiosos que cada uno crea más apropiados”, consideró Tommaso Gravante, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades.
Para los mexicanos, la imposibilidad de no conmemorar físicamente el Día de Muertos en los panteones puede ser una fuente añadida de estrés y desembocar en alimentar ese miedo ancestral que tenemos hacia nuestra muerte, añadió el universitario.
“La ausencia del cuerpo o la imposibilidad de no poder despedir a tus seres queridos genera paralelamente emociones de rabia y culpa, y estados de ánimos como la depresión y la tristeza.”
Recordemos, abundó Tommaso Gravante, que la desaparición física ha sido y es una de las técnicas de torturas utilizadas en situación de conflictos, pues genera un profundo trauma cultural caracterizado por un eterno estado de duelo y culpa.
En esta híbrida ceremonia dedicada a los muertos se comparte una antigua práctica ceremonial en la cual se mezclan las tradiciones prehispánicas y la católica, además de una diversidad de expresiones sustentadas en la pluralidad étnica, cultural y lingüística del país.
Para Elena Mazzeto, académica de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), la belleza del ritual del Día de Muertos mexicano es, ante todo, la fiesta familiar.
Se celebra “con un altar familiar que se disfruta con la familia, y esto no se ve afectado por influencias extranjeras (como el halloween), que son más de apariencia”, dijo.
Aunque en su conjunto es una festividad de origen católica, se han encontrado elementos que remiten a una ritualidad precolombina, como el hecho de que el altar tenga nueve pisos, número que hace referencia al inframundo prehispánico, además de alimentar a los difuntos.
La doctora en Historia por la Universidad Ca’Foscari de Venecia y la Universidad de Paris I Panthéon-Sorbonne mencionó que la presencia del cráneo, la calaverita de azúcar o amaranto, es una resignificación de un elemento que en la época prehispánica tenía un valor muy importante, porque el cráneo de las víctimas sacrificiales era una de las partes del cuerpo humano que se consideraba sagrada.
Para la Unesco, los días 1 y 2 de noviembre se destinan al culto a los muertos en casi toda América y la parte de Europa donde se estableció el catolicismo. Los antecedentes provienen del siglo IX, con la propuesta del Papa Gregorio IV para que en el viejo continente se celebrara a los seres queridos finados.
Calaveras literarias
Según el escritor Juan Domingo Argüelles, egresado de la FFyL y autor de Antología general de la poesía mexicana. De la época prehispánica a nuestros días, si en México hay un subgénero de poesía tradicional satírica, es el de las calaveras.
“Así como el cartón político, que es por definición crítico, las auténticas calaveras concentran en sus versos una devastadora crítica social e individual que año con año algunos versificadores espontáneos tergiversan y adulteran.”
Para el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1995, se desnaturalizó ese sentido crítico y, contrarias a su intención original, las calaveras terminaron por alabar, celebrar y festejar las dudosas virtudes de los calavereados.
Argüelles afirmó que las calaveras se generaron en los últimos años del siglo XIX con “versos festivos, pero imprescindiblemente satíricos, para nada lisonjeros, perfectamente medidos (ocho sílabas cada uno, es decir, octosilábicos), en estrofas de cuatro versos y con rimas consonantes en al menos dos versos alternados cuando no en los cuatro”.
La calavera tapatía (1890) de Manuel Manilla, dijo, fue de los primeros y mejores ejemplos en México, que hoy refrenda actualidad.
El país tengo recorrido
con mi cuchillo filoso,
y nadie, pues, me ha tosido
tan bien como yo le toso.
Porque aquel que la intención
tuvo en toserme de veras,
rodando está en el panteón
con muertos y calaveras.
Aquí he matado poblanos,
jarochos y toluqueños,
tepiqueños y surianos,
de Mérida y oaxaqueños.
No resiste ni un pellejo
mi cuchillo nuevecito:
He muerto de puro viejo
pues fui en mi vida maldito. ”
Manuel Manilla
La calavera tapatía