La bailarina y coreógrafa mexicana Guillermina Bravo fundó el Ballet Nacional de México y del Colegio Nacional de Danza Contemporánea; es considerada una de las grandes exponentes de la danza en nuestro país
El 13 de noviembre de 1920 en el municipio de Chacaltianguis, Veracruz, el mundo conoció a Guillermina Bravo, “la coreógrafa y personalidad de la danza mexicana más importante del siglo XX”, como la califica Alberto Dallal en una semblanza sobre la bailarina para Imágenes, la revista digital del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM.
La bailarina, maestra coreógrafa y directora creó a lo largo de su carrera 57 coreografías, además fundó el Ballet Nacional de México y del Colegio Nacional de Danza Contemporánea. Recibió en 1979 el Premio Nacional Ciencias y Artes en el área de Bellas Artes y, en el 89, el Premio Nacional de Danza José Limón.
Bravo realizó su estudios en el Conservatorio Nacional de Música y dancísticos en la Escuela de Danza del
Departamento de Bellas Artes de la Secretaría de Educación Pública en 1936 y, posteriormente, en la academia de la maestra Estrella Morales.
“La trayectoria, firme y creativa, de Guillermina Bravo, la muestra como la coreógrafa y personalidad de la danza mexicana más importante del siglo XX. Sólo si se descubriera una coreocronología más vigorosa y lograda de algún coreógrafo prehispánico, le restaría méritos para considerarla la más importante coreógrafa de la danza mexicana. Asimismo, en ámbitos variados de la danza latinoamericana también la han reconocida como una de las mujeres de la danza contemporánea más notables del Continente”, detalla Alberto Dallal en Imágenes del IIE y añade:
“Las circunstancias de su nacimiento (en un lugar alejado de la capital de la República) la orillaron, toda su vida, a reconocer la vastedad y la heterogeneidad de la nación mexicana, de tal manera que los recorridos de Bravo y sus huestes dancísticas incluyeron pequeñas poblaciones y ciudades grandes y medianas de todo el país, además de los sitios en el extranjero que entraron en contacto con la obra de Bravo y de su Ballet Nacional de México, en variadas ocasiones.”
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Acompañada por el el Ballet Nacional de México, Guillermina Bravo se presentó en países como Rusia, China, Rumanía, Italia, Cuba, Estados Unidos y Puerto Rico. Asimismo, viajó al extranjero para realizar estudios antropológicos en África, Grecia y Alemania, experiencias que nutrieron su trabajo artístico.
“Durante los 58 años de existencia del Ballet Nacional de México surgieron los más destacados e importantes bailarines y coreógrafos mexicanos de danza contemporánea, incluso para fundar nuevos grupos y compañías. Como maestra, Bravo incorporó en 1963 la técnica Graham a las enseñanzas del Ballet Nacional y más tarde conformó, mediante el estudio y aplicación de diversas modalidades contemporáneas, una técnica que puso al descubierto el lenguaje dancístico propio de un grupo mexicano creativo e independiente”, explica Alberto Dallal.
La importancia del trabajo de Guillermina Bravo para la danza mexicana la llevó a recibir diversos reconocimientos y homenajes en vida. Por ejemplo, el Festival Nacional e Internacional de Danza Contemporánea de San Luis Potosí creó el premio “Guillermina Bravo” y la Asociación de Críticos y Cronistas Teatrales nombró el reconocimiento otorgado a la Mejor Coreografía para Teatro en su honor.
La maestra falleció el 6 de noviembre de 2013 en Querétaro, ciudad donde fundó el Centro Nacional de Danza Contemporánea en 1991.
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